Motivacion dentro de una botella (273)
de Yoriento de Yoriento
Hasta el rey de la jungla está dispuesto a cambiar su imagen personal (o animal) para ganarse la la atención de gorilas, cebras y demás friends de la sabana. Las peluquerías y los servicios de estética crecen porque la apariencia y la belleza son motivadores sociales cada vez más relevantes. Nunca tantos adolescentes han gastado tanta pasta y tan frecuentemente en peinados, tintes y cortes fashion. ¿Han decidido libremente mantenerse compulsivamente a la moda o es que el contexto social imperante les motiva inexorablemente a estar pedientes de los pelos que llevan? Carlos Sastre ha ganado hoy domingo el Tour de Francia. Para ello tuvo que superarse en la etapa de ayer como nunca lo había hecho, en una contrarreloj individual que no le venía nada bien por su condición de ciclista más escalador que corredor. ¿Ha demostrado una gran fuerza de voluntad y coraje, o es que las condiciones específicas antes de iniciar esa etapa clave (una ventaja de 1 minuto y medio sobre el segundo clasificado y estar a un solo día del final de la carrera) le hicieron volar? Está claro que uno puede ganar sin ser el más habilidoso o capaz, y hacer esfuerzos "sobrehumanos" si se producen las condiciones motivacionales necesarias.
¿Existen empleados caraduras que no dan un palo al agua, o simplemente organizaciones y entornos en los que los procesos motivacionales no están adecuadamente gestionados y dirigidos a los objetivos que se pretenden y/o en los que los motivadores utilizados no motivan como debieran? Sobre estas disquisiciones ya profundizamos en ese artículo donde repartíamos responsabilidades entre jefes y empleados, pero la polémica parece no tener fin porque se trata de una cuestión ideológica, de fondo. Supongamos que soy un trabajador vago, caradura o simplemente indolente; o un ciclista con baja autoestima; o tal vez un joven sin ganas de estudiar. Seguro que para motivarme a mucha gente con sentido común se le ocurre criticarme para bajarme la caradurez y conminarme a ser un trabajador responsable; seguro que me enseñan vídeos de Induráin ganando como el que no quiere la cosa para subirme la moral; y es probable que me hablen de un futuro gris en el caso de que no finalice mis estudios y que lo hacen por mi bien, eso sí, si encuentran un rato conmigo entre partida y partida de la Play y entre sesión y sesión de messenger.
Y todas estas medidas parecen razonables, aunque sea porque nos suenan mucho tanto por recibirlas como por aplicarlas, pero si por algún casual ninguna funcionara, ¿podría ser una idea alternativa intentar cambiar y adecuar el "ambiente" para hacerlo más motivador (en un sentido no simplista) para que el trabajador quiera trabajar, el ciclista quiera ganar y el estudiante quiera estudiar? Observar las condiciones laborales, deportivas y académicas en los que muchos ya tienen éxito y disfrutan con lo que hacen seguro que podría dar pistas. Sigamos haciendo responsables y castigando a las personas por no tener ganas de trabajar, de superarse o de obtener titulos. Criticar y moralizar es fácil, no cuesta esfuerzo y está bien visto: todo el mundo piensa que el que no hace algo es porque no quiere, así que si somos jefes, entrenadores o padres, nadie nos culpará por la desmotivación de aquellos que están bajo nuestra responsabilidad. ¿La motivación está dentro o está fuera? A la motivación le pasa como a esos barquitos metidos en botellas, que se disfruta mucho de verlos dentro pero a pocos nos importa la técnica, el tiempo y el esfuerzo dedicados a introducirlos.
¿Existen empleados caraduras que no dan un palo al agua, o simplemente organizaciones y entornos en los que los procesos motivacionales no están adecuadamente gestionados y dirigidos a los objetivos que se pretenden y/o en los que los motivadores utilizados no motivan como debieran? Sobre estas disquisiciones ya profundizamos en ese artículo donde repartíamos responsabilidades entre jefes y empleados, pero la polémica parece no tener fin porque se trata de una cuestión ideológica, de fondo. Supongamos que soy un trabajador vago, caradura o simplemente indolente; o un ciclista con baja autoestima; o tal vez un joven sin ganas de estudiar. Seguro que para motivarme a mucha gente con sentido común se le ocurre criticarme para bajarme la caradurez y conminarme a ser un trabajador responsable; seguro que me enseñan vídeos de Induráin ganando como el que no quiere la cosa para subirme la moral; y es probable que me hablen de un futuro gris en el caso de que no finalice mis estudios y que lo hacen por mi bien, eso sí, si encuentran un rato conmigo entre partida y partida de la Play y entre sesión y sesión de messenger.
Y todas estas medidas parecen razonables, aunque sea porque nos suenan mucho tanto por recibirlas como por aplicarlas, pero si por algún casual ninguna funcionara, ¿podría ser una idea alternativa intentar cambiar y adecuar el "ambiente" para hacerlo más motivador (en un sentido no simplista) para que el trabajador quiera trabajar, el ciclista quiera ganar y el estudiante quiera estudiar? Observar las condiciones laborales, deportivas y académicas en los que muchos ya tienen éxito y disfrutan con lo que hacen seguro que podría dar pistas. Sigamos haciendo responsables y castigando a las personas por no tener ganas de trabajar, de superarse o de obtener titulos. Criticar y moralizar es fácil, no cuesta esfuerzo y está bien visto: todo el mundo piensa que el que no hace algo es porque no quiere, así que si somos jefes, entrenadores o padres, nadie nos culpará por la desmotivación de aquellos que están bajo nuestra responsabilidad. ¿La motivación está dentro o está fuera? A la motivación le pasa como a esos barquitos metidos en botellas, que se disfruta mucho de verlos dentro pero a pocos nos importa la técnica, el tiempo y el esfuerzo dedicados a introducirlos.
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Publicado por VRedondoF para EL PERSONAL el 10/05/2008 07:38:00 PM